Uno de los
elementos clave que forma la inteligencia emocional, es la empatía, la cual
pertenece al dominio interpersonal. La empatía es el rasgo característico de las
relaciones interpersonales exitosas. La habilidad para estar conscientes de reconocer, comprender y apreciar los
sentimientos de los demás. En otras palabras, el ser empáticos es igual a ser
capaces de “leer” emocionalmente a las personas.
Así como la autoconciencia emocional es un elemento importantísimo en la
potenciación de las habilidades intrapersonales de la inteligencia emocional, la
empatía viene a ser algo así como nuestra conciencia social, pues a través de
ella se pueden apreciar los sentimientos y necesidades de los demás, dando pie a
la calidez emocional, el compromiso, el afecto y la sensibilidad.
Si por un lado, un déficit en nuestra capacidad de autoconciencia emocional nos
lleva a ser vistos como analfabetos emocionales (ignorantes del reconocimiento
de las propias emociones), una insuficiencia en nuestra habilidad empática es el
resultado de una sordera emocional, pues a partir de ello, no tardan en
evidenciarse fallos en nuestra capacidad para interpretar adecuadamente las
necesidades de los demás, aquéllas que subyacen a los sentimientos expresos de
las personas.
Un individuo empático puede ser
descrito como una persona habilidosa en leer las situaciones mientras tienen
lugar, ajustándose a las mismas conforme éstas lo requieran; al saber que una
situación no es estática, sacan provecho de la retroalimentación, toda vez que
saben que el ignorar las distintas señales que reciben puede ser perjudicial en
su relación. Es también alguien que cuenta con una buena capacidad de escucha,
diestra en leer “pistas” no verbales; sabe cuando hablar y cuando no, todo lo
cual le facilita el camino para regular de manera constructiva las emociones de
los demás , beneficiando así sus relaciones interpersonales.
El proceder
con empatía no significa estar de acuerdo con el otro. No implica dejar de lado
las propias convicciones y asumir como propias la del otro. Es más, se puede
estar en completo desacuerdo con alguien, sin por ello dejar de ser empáticos y
respetar su posición, aceptando como legítimas sus propias
motivaciones.
Mahatma
Gandhi sostenía lo siguiente “las tres cuartas partes de las miserias y malos
entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de
sus adversarios y entendieran su punto de vista”; en coherencia con ello, él
decidió no proceder con violencia en su propósito por lograr la independencia de
su país, y contra todo pronóstico la “resistencia pacífica” que propulsó fue el
arma decisiva en la consecución de la ansiada liberación de su patria, la
India.
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